En España hay dos variables muy distintas que han crecido
considerablemente en 2012. Por un lado el desempleo, alcanzado la asoladora
cifra de 6 millones de parados. Por el otro, el número de personas que usan
redes sociales ha crecido un 5% en este último año (8
de cada 10 internautas usan las redes sociales). ¿Y qué tienen que ver una
con la otra? Muy sencillo, cada vez hay más personas buscando un empleo que no
tiene o buscando uno mejor que el que disfruta (dejémoslo en posee) actualmente. ¿Y cuál
es la tendencia desde hace muchos meses en la búsqueda de empleo? Correcto, la
búsqueda en redes sociales. Surge un nuevo enfoque en los comportamientos y en
la forma de uso de las redes por parte de los usuarios que buscan empleo.
No creo que diga una barbaridad si afirmo que la primera vez
que cualquiera de nosotros accedimos a una red social lo hicimos por ocio o
curiosidad (relacionarnos con nuestros amigos, ver fotografías, expresar nuestro
estado de ánimo, etc.). Y está muy bien, así debe ser. Lo que ocurre es que,
unos más y otros menos, nos estamos dando cuenta de que el mundo social media
tiene muchas más posibilidades, como la de conseguir un trabajo. Y es que hay
muchas empresas y muchos profesionales de los recursos humanos pululando por
las redes en búsqueda de nuevos talentos para sus empresas. Y lo que es más
curioso, en la gran mayoría de las ocasiones la entrevista de trabajo ha
comenzado mucho antes de que surja la necesidad de cubrir un puesto de trabajo. Es más, muchas veces se hacen de forma involuntaria.
Sí. Son muchos los profesionales de grandes y pequeñas
empresas que usan las redes sociales a diario y que a lo largo de la jornada
leen, observan, comentan, comparten y/o interactúan con algunas de nuestras
publicaciones, aunque no nos conozcan, porque esa es la gran virtud de este
mundo 2.0: acercar a personas que en la vida real posiblemente nunca se
hubieran conocido. Toda esa información que pasa por sus ojos al cabo del día
es almacenada en la retina y en la memoria de cada uno de ellos, de forma que
cuando surge una necesidad de contratación, posiblemente ya tengan una agenda
mental de posibles candidatos que conoce en el mundo virtual (y a la vez real) de
las redes sociales.
He ahí la enorme importancia de cuidar nuestra reputación online,
de cuidar y mimar nuestra marca personal. Porque una cosa sí hay que tener
clara. Uno puede decidir estar o no estar en las redes (el
71% de las empresas prefiere
candidatos activos en redes sociales), pero si estás, es para que estés
bien, de forma adecuada, siendo activo y aportando valor a la comunidad,
cuidando tu lenguaje y el tono de tus publicaciones. El comportamiento más correcto en las redes sociales es ser
diplomático. Pero lo que te llevará al éxito será ser solidario. Quiero
decir que los que destacan en el mundo 2.0 son los que están más activos y
comparten continuamente contenido que piensan que pueden ser de valor a otros
usuarios. Si cumples esto y tienes un buen curriculum ten por seguro que ya hay
muchos profesionales que se han fijado en ti y te tienen en sus agendas (aunque
sean mentales) por si surge alguna opción de trabajo o colaboración. Puedo decir que a mí ya me
ha ocurrido varias veces y posiblemente haya más casos que hasta ahora
desconozco o quizá nunca conozca.
Hasta aquí hemos visto lo que se debe hacer. Pero, ¿y lo que
no se debe hacer? Pues hay cosas sin importancia y otras que revisten una
gravedad muy preocupante. Por ejemplo, no compartir nunca, no comentar, no
dejarse ver, es algo que no nos aporta nada. Más bien diría que nos resta,
porque si luego en la vida real (offline) nos encontramos a alguien que nos
dice que nos ha visto en Facebook de viaje o que tenemos suerte de tener a “nosequién”
de contacto en Linkedin, se está vendiendo como un usuario conservador y miedoso, que no se fía del entorno en el que
está, seguramente, por dos razones: le ha obligado un familiar o amigo o porque
está para fisgar qué hacen los demás.
Pero no hablamos de casos graves. La gravedad viene cuando
nos dejamos ver y lo hacemos mal, o rematadamente mal. Llevo varios años
administrando las cuentas de Facebook y Twitter del Servicio de
Empleo de la Universidad de Huelva (@empleo_uhu)
y es increíble la cantidad de “cosas” que leo y veo cada día en mi jornada laboral.
Faltas de ortografía es lo menos alarmante. Y es que hay muchos estudiantes universitarios que
piensan que Facebbok o Twitter son una proyección de Tuenti y de los SMS.
No se dan cuenta de que, sobre todo en Twitter, hay que tener mucho cuidado con
cada tweet que se publica ya que puede ser visto por cualquier persona que
tenga una cuenta, independientemente de que nos sigan o no. En Facebook,
Twitter y Linkedin (por nombrar las más relevantes) hay una gran cantidad de
profesionales observándonos (como dije antes, de forma intencionada o no) y si
estamos buscando trabajo no podemos permitirnos el lujo de arruinar un empleo
por un tweet o una foto que subamos. El
69 % de empresas confiesa haber rechazado a algún candidato por lo
que vieron en sus redes sociales.
Los insultos indiscriminados a cualquier persona,
comentarios racistas o el menosprecio a la mujer son motivos perfectamente
justificados para que una persona que se estaba fijando en nosotros deje de
hacerlo y mire a otro candidato. Otro tipo de comentarios como los políticos,
religiosos o sexuales pueden ser también causa de ser discriminado en el
filtro, en función del profesional y de la empresa en cuestión. Es el caso de los que denomino usuarios suicidas.
Por eso, comencemos por ser diplomáticos si somos novatos en
esto, sin llamar la atención de forma negativa queriendo arriesgar desde el
primer momento para conseguir seguidores o interacciones para tener más
notoriedad. Tenemos mucho tiempo para dejarnos ver progresivamente consiguiendo
pequeños éxitos por ensayo y error y por supuesto con formación. Primero observa, luego copia
comportamientos y por último innova. Ese es un buen camino para lograr
notoriedad en el entorno 2.0. Lo que venga a partir de ahí seguro que trae
muchas cosas buenas: ofertas de empleo, invitaciones a cursos y conferencias,
colaboraciones para desarrollar productos, invitaciones a formar asociaciones o
grupos de trabajo, etc. Todo ello sin contar con la gran satisfacción personal de
haber conseguido todo esto siendo solidario, ayudando a mucha gente a lograr
sus aspiraciones. Estos son los usuarios solidarios.
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